Cuando escribí el prefacio para la edición anterior
de este libro, consideré los retos que supone el hecho de preparar estudiantes
en una época de la historia caracterizada por su amplia orientación
tecnológica y por los rápidos cambios de la misma tiene. Unos
cuantos años más tarde, los retos son los mismos: ¿cómo
inspirar e instruir a los estudiantes en torno a los hechos básicos de
la química, mientras tomamos ventaja de toda esa tecnología? La
respuesta es clara: hay que utilizar muchas herramientas y extraer lo mejor
de cada una de ellas. En este sentido, la tecnología les ayudará
a visualizar la química y a explorar ideas en un ambiente interactivo;
aunque antes de dicha exploración, necesitan construir un fundamento,
un marco de referencia para las ideas. El libro de texto es aún la mejor
herramienta para que los estudiantes aprendan los nuevos conceptos de la química. La fortaleza de esta obra radica en la integración de varias
herramientas diseñadas para inspirar tanto a los estudiantes como a los
profesores. Tales herramientas sustentan su utilidad en el libro de texto que
va más allá de lo tradicional. De modo que la revisión
para la séptima edición y la inclusión de tecnología
de punta dan respuesta a los retos que enfrenta el profesor al enseñar
química general. |