«Inflexión de la voz y modo particular de expresar una cosa, según la intención o el estado de ánimo de quien se expresa; carácter o modo particular de la expresión y del estilo de una obra según el asunto que trata o el estado de ánimo que pretende reflejar». (Diccionario de la lengua español, Real Academia, 1992) (CPS páginas 51, 174) Cuando hablamos, la inflexión y el volumen de la voz, al igual que la selección de palabras y el estilo y el modo de expresarse, todos revelan la actitud de la persona que habla hacia su tema y hacia su público. En la lengua escrita, el tono típicamente se nota en el estilo —por ejemplo, personal frente a impersonal, formal frente a informal— al igual que en la selección del vocabulario y en la expresión. El tono también es evidente en la correspondencia o la falta de la misma entre el estilo y el tema, o entre el estilo y el público. Por ejemplo, hablar de un tema serio en un tono burlón delante de un público muy formal se puede interpretar como una grave falta de respeto, a pesar de las palabras específicas que se utilizan. El tono es una de las herramientas más importantes del escritor, puede hacer que un texto tenga un impacto especialmente memorable y también, que la expresión o estilo del escritor sea único y fácilmente reconocible. Sin embargo, ya que el tono que un texto comunica puede a veces no equivaler al tono que su autor quería comunicar, los escritores (quienes no pueden ver la cara de quien lee su texto) tienen que tener mucho cuidado, leyendo y releyendo su texto y aun pidiendo que un compañero examine su lenguaje para así evitar que exprese un mensaje que su autor no intentaba comunicar. En la exposición y particularmente en la argumentación, el tono que el lector percibe en un texto puede afectar su opinión del escritor y la credibilidad de éste. La credibilidad del escritor, a su vez, afecta la confianza que el lector tiene en él y hasta qué punto el lector está dispuesto a aceptar las posiciones presentadas en el texto. |